9/4/09

Pueblito parque O’higgins (obs nº3)

Hoy por tercera vez visite el pueblito del parque O’higgins, trate de hacerlo un día distinto al de la demás visitas para no encontrarme con lo mismo que las otras veces, en esta ocasión fui un día sábado en la tarde, esperaba encontrarme con algo nuevo, y asi fue, esta vez había gran circulación de gente y cuando cruce la puerta de la entrada ,un poco mas entusiasmado que las veces anteriores, me encontré con tres puestos de golosinas (las veces anteriores había solo uno),en los cuales sus vendedores estaban mucho mas activos que las otras veces y trataban de la mejor forma posible cautivar a niños con su mercancía.


Muchos de estos niños caían en la tentación y sus padres entre enojados y resignados cumplían sus deseos. además de los tres puestos de golosinas también había una mujer con un paño en el piso vendiendo aros e incienso, ella estaba muy dedicada a mostrar sus productos y logro vender un par de aros y unos cuantos inciensos mientras yo estaba ahí, en eso seguía entrando gente mayormente familias y parejas, después de un rato comencé a adentrarme en el pueblo ,en esta ocasión estaban todos los locales de comida abiertos, los fui viendo uno por uno para ver que tan concurridos eran, dentro no había mucha gente solo unas cuantas personas almorzando y uno que otro solo tomando cerveza.

Seguí caminando hasta llegar a la pileta mencionada en las anteriores observaciones, esta vez estaba ocupada por unos niños los cuales se tiraban el agua ,estos siempre vigilados por sus padres que se encontraban frente a ellos y los regañaban de vez en cuando, estuve parado ahí por un rato, después seguí caminando por el largo camino y me detuve nuevamente en el acuario, en este había gran cantidad de gente, especialmente niños los cuales salían encantados de adentro del recinto, en eso mire hacia la puerta de salida y me di cuenta que ahí estaban aun los materiales de construcción que había visto la vez pasada, eso si ,no había ningún trabajador ese día.

Y nuevamente llegue al portón de salida, pero esta vez era distinto, pasaba mucha gente por entre los macizos fierros que conformaban la puerta, la cual estaba abierta hasta atrás, la gente salía feliz y los niños con mucho animo después de haber pasado una larga tarde en el, para mi, deteriorado pueblito.

por Claudio Montecinos

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