7/4/09

3ª Observación del pueblito...

Los cambios en esta tercera observación del pueblito del Parque O'Higgins fueron notables, acudí un día domingo a eso de las cuatro de la tarde, una hora común para almorzar un día domingo. Los cambios se notan desde la entrada del pueblito, se pueden apreciar un par más de locales de venta de golosinas, y uno de artesanías y variedades, que al estar al paso y por su imponencia (llenos de colores y con todo lo que alguien pueda imaginar que pueda haber en un puesto de golosinas) llaman bastante la atención de cualquiera. A mi parecer, éstos locatarios en comparación con los dueños de restaurantes al interior del pueblo, eran mucho más enérgicos y alegres. Estos comerciantes están sólo de paso, sólo se ven el fin de semana, van a vender sus productos al pueblito sólo en los días en que realmente se venden sus productos, y resulta, mucha gente se acerca a comprar y me imagino obtienen buenas ganancias. Es de suponer, que al estar ellos al comienzo del parque, quitan un poco de presupuesto al que entra finalmente al pueblito, y esto puede perjudicar en algún nivel a los dueños de los restaurantes.

La cantidad de público que circula por el pueblito, que se resumiría en un largo pasillo lleno de restaurantes compitiendo con sus ofertas, es mucho más numeroso, se notaba la presencia de muchas familias con niños pequeños. Lo quizás lamentable de esto es que ellos no iban precisamente al pueblito o al menos la mayoría de los que pasaban, no pasaban por ahí para comer en el pueblito o para pasar un buen rato en él, el pueblito no servía más que un paseo, un atajo talvez hacia el resto del parque, que ofrece otros atractivos, más numerosos y variados también.

El pueblito no presenta un mayor atractivo, a pesar de ser día domingo, si bien hay mucho más público y la mayoría de los locales están abiertos, casi nadie se interesa por el lugar, dentro de los restaurantes había prácticamente nadie, aparentemente por que las ofertas no son muy llamativas y los menús no son tan novedosos, incluso los mismos locales llaman poco la atención. El colegio del pueblito se encuentra naturalmente cerrado. Si el pueblito parece fantasmal por su poca vida y lo gris que parece ser, la gente que pasa también lo es, su paso es fugaz y desinteresado, no se detienen a mirar, ni a observar qué cosa les puede ofrecer el pueblito.

En fin, parece ser que no hay nada nuevo bajo el sol, el pueblito en esencia, un día domingo, es el mismo, apagado, gris, poco atractivo, y toda la gente así lo aprecia, el pueblito no es nada más que un atajo para ir al resto del parque, sólo unos pocos, muy pocos, se detienen en el pueblito, y de ellos, una parte importante, se detiene a comer un completo, una sopaipilla, se encuentran también de paso, y su compra, fue casual, su paso fue casual.

Tal vez debemos agregar al pueblo, esa magia y eso que nos produce cierta melancolía en la actualidad, esos organilleros, esos chinchineros, esos remolinos y loros, los globos de helio, los algodones de azúcar, esas cosas que llaman la atención, y sobre todo de los niños.

Por: Álvaro Paredes Orellana.

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