19/3/09

Mi Primera Vista del Pueblito...



El pueblito del parque O’Higgins está ubicado al comienzo del Parque O’Higgins a las afueras de la estación de metro del mismo nombre y tiene muy fácil acceso y por su cercanía al metro es fácil de llegar desde prácticamente cualquier punto de la capital. Este pueblito forma parte de nuestra cultura dieciochera, donde por una semana y a veces más al año, se llena de vida y color junto con el resto del parque, el resto del año, sobre todo los días de semana, está muy abandonado, apagado e incluso triste. El pueblito es prácticamente olvidado fuera de las fiestas patrias. Si bien fuera de estas fiestas se olvidan de la chicha, de los anticuchos y de las cuecas, se mantienen las tradicionales empanadas y parrilladas.


El pueblito ofrece en sus restaurantes variados menús, desde pescados y mariscos, hasta parrilladas, pero mayoritariamente sopaipillas, completos y afines.

En la entrada hay un quiosquito que es sin duda lo más colorido que hay en el pueblito, el camino está entierrado y mal cuidado, lo poco verde que hay está bastante descuidado también, falta un poco de color en este pueblo, un poco mas de vida, que nos entre por la vista, eso no quiere decir que no tenga algo de bello e interesante.

Le sigue a esto, una caseta de radio taxi, que al parecer no funciona hace años. Lamentablemente, la mitad de sus restaurantes esta cerrado durante la semana, y los pocos que están abiertos están casi sin público, cosa que no es negativa, ya que mantiene un ambiente bastante agradable y tranquilo para el quiera disfrutar de un buen menú tradicional chileno.

El pueblito, a pesar de ser bastante gris y tener a veces aspecto de pueblo fantasma, tiene un letrero bastante llamativo en la entrada donde uno se imagina encontrar muchas cosas en el pueblito, mucho donde mirar.

Se mantiene todo bastante limpio, en este sentido hay bastante preocupación de los locatarios.

Los locatarios son bastante afables con los posibles clientes, los invitan a pasar, prácticamente peleándose a los clientes, y sugiriéndote también que el lugar por el que pasas es el mejor lugar del pueblito. Los valores de los platos, mariscos, pescados, parrilladas, etc., son bastante razonables. Te atienden con mucha amabilidad y buena disposición, y tratan de hacerlo lo más “casero” posible.

El pueblito tiene dos museos con valores bastante asequibles que no son muy del interés al parecer de los transeúntes en los días de semana. El pueblito invita a estudiantes ya que en la mayoría de los locales hay precios especiales para ellos. La mayoría del publico son escolares que van de paso por una sopaipilla, un completo, una empanada etc., donde pueden sentarse después en el escaso pasto que tiene el pueblito.

No deja de llamar la atención, el interés que tienen los locatarios de mantener todo impecable en sus locales y también llama la atención el especial cuidado que dan a sus letreros y publicidad y a dejar todos los llamativos precios y menús muy claros.

Los dos locales más grandes, se mantienen cerrados, ya que muchos de los locales del pueblito y el parque completo en general, centran su atención e interés en la época de fiestas patrias, y no es de extrañar, en estos días se concentra una cantidad de público impresionante y que pueden dejar ingresos suficientes a los locatarios para gran parte del año.

El pueblo también tiene un colegio en medio, bastante grande, que al parecer promueve la gastronomía tradicional chilena y la cultura un poco olvidada que tenemos todos.

Como ultima cosa, puedo decir, que a pesar de que el famoso pueblito está un poco descuidado y abandonado por nuestra cultura, es uno de esos lugares que faltan en nuestra querida capital, un lugar donde podemos encontrar un patio de comidas como en un mall, pero con platos saludables y tradicionales chilenos, un lugar donde podemos comer al aire libre. Un lugar donde podemos sentarnos a conversar, respirar un poco de aire un poco más puro que en sus alrededores, y un lugar donde podemos ver un poco de cultura en los dos museos que tiene. Un lugar donde la atención es un poco mas personalizada, un lugar que es una isla dentro de todo el ruido, el cemento y los edificios de santiago. Un lugar que de muchas formas nos desconecta de la realidad que vivimos a diario. Un lugar que promueve las tradiciones y la cultura. Un lugar que te invita al relajo y sobre todo a la buena mesa.


Por: Alvaro Paredes Orellana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario